viernes, 15 de agosto de 2014

RAMÓN CASTILLA Y SAN RAMÓN

RAMÓN CASTILLA Y SAN RAMÓN
Prof. Jacinto Luis Cerna Cabrera
Especialidad de Lengua y Literatura
Exalumno Sanramonino
Ya no se puede ha­blar de "San Ramón" sin tener que hacer lo propio de don Ramón Castilla y Marquesado. Y es que, precisamen­te, nuestro glorioso co­legio guarda una íntima relación con el liberta­dor de los esclavos ne­gros del Perú. Dicha re­lación tiene su fuerte en la inmensa gratitud que el colegio de aquel entonces, de los días actuales y de siem­pre le guarda a quien, en un gesto de profundo sentimiento patriótico y amor a la cultura y educación nacionales, reabrió el colegio cajamarquino.
El 3 de enero de 1854, había estallado la revolución en Cajamarca para adherirse a otros lugares, en contra del go­bierno de Echenique. En ese entonces era Rector del Co­legio de Artes y Ciencias de Cajamarca el preclaro Toribio Casanova. Estos acontecimientos políticos determinaron la clausura del centro educativo.
El reinicio de las clases, después del largo receso, se hizo con el rectorado del Dr. José Manuel Arbayza, insigne ca­jabambino, quien fue nombrado el 19 de enero de 1857. En agosto de ese mismo año, Toribio Casanova ocupó el rectorado del colegio por sétima vez. Las gestiones de reapertura fueron respaldadas por los hermanos Gálvez E­gúsquiza. Desde entonces, el Colegio de Artes y Ciencias tomó el nuevo nombre de SAN RAMÓN, en agradeci­miento al gran Mariscal, Presidente del Perú en aquel enton­ces. El Decreto que dictaba las medidas para la reapertura se dio en Lima, el 16 de setiembre de 1856.
A partir de aquella memorable fecha, año tras año, y solo a excepción del lapso comprendido entre 1981 y 1986, se han venido celebrando las fiestas jubilares sanramoninas el 31 de agosto; justamente en homenaje a San Ramón (fiesta religiosa) y al natalicio de don Ramón Castilla. El año de 1987, gracias a una petición hecha por la Promoción Bodas de Plata 1962 Y con el respaldo mayoritario absolu­to de la comunidad educativa sanramonina, el sesquicente­nario colegio logró retornar a su tradicional fecha de celebración.
Entonces, a partir de este acontecimiento, y expresándonos en términos coloquiales, podemos colegir que el 31 de agosto se celebra el Santo del glorioso colegio, mientras que el 8 de setiembre se rememora su Aniversario.
Pero, lo que más corrobora a enaltecer el nombre de Ramón Castilla, además de la reapertura de la Alma Máter cajamarquina, es el ejemplar perfil de su personalidad.
Desde este punto de vista, Castilla sí que fue un ejemplo de honor: En primer lugar su indiscutible patriotismo, funda­dor de la república al haber participado en Ayacucho; ven­cedor de Echenique, considerado por los liberales como símbolo de la vieja burocracia militar. Cuando en 1862 el país estuvo conmovido ante la amenaza de una nueva in­vasión europea, Castilla, celebrando el aniversario nacio­nal en Amancaes, brindó por la patria diciendo que si dentro de muchos siglos sus cenizas pudieran servir de base para una columna para la libertad, probablemente se estremecerían de placer.
Castilla tenía también otra característica relevante, y era la de su honradez. Fue honrado en un momento en que el Fisco no estaba exhausto como en la primera época republicana. Fue honrado cuando el guano estaba produ­ciendo un fenómeno vertiginoso de ascensión en la cifra del presupuesto nacional. Esa honradez del libertador fue un hecho auténtico; lo demuestra: la circunstancia, de que apenas tuviera como bienes, cuando murió en las pampas desoladas de Tarapacá, una casa que servía de habitación a su esposa, doña Francisca Canseco.
La magnanimidad es otra característica fundamental de la personalidad de Castilla. Dos días después de la bata­lla de Carmen Alto, contra el ejército de Vivanco, mandó avisar a los fugitivos y a los que estaban ocultos que podían dedicarse tranquilamente a sus labores. Poco tiempo después llamaba a sus adversarios políticos de otrora a ocupar cargos ministeriales de su gobierno; fueron ministros y con­sejeros algunos de los que habían sido ministros y conseje­ros de Echenique.
Por todas estas cualidades y por muchas otras más de la personalidad ejemplar de don Ramón Castilla, y por per­durar vigentes a través de los años en el corazón y la mente sanramoninos, es meritorio y dignamente justificado que nuestro primer colegio cajamarquino haya retornado la fecha del 31 de agosto como el "DIA DE SAN RAMÓN".
Prof. Jacinto Luis Cerna Cabrera
Jacinto Luis Cerna Cabrera

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