martes, 19 de agosto de 2014

UN DÍA EN EL INTERNADO DEL GLORIOSO COLEGIO “SAN RAMÓN” DE CAJAMARCA

A los 'internos' del quinquenio 1961-1965* El Glorioso Colegio San Ramón de Cajamarca está de fiesta, hoy cumple 178º años de creación, por sus aulas hemos desfilado una inmensa cantidad de alumnos, cada año que pasa egresa una nueva promoción y todos recordamos con nostalgia los años vividos en este hermoso claustro del saber, los ‘Internos’ –becarios y pensionistas- hemos vivido otro mundo, paralelo al mundo aulista de nuestra sección; en el ‘Internado’ pasamos cinco años de nuestra existencia donde intercambiábamos costumbres, amoldábamos nuestros hábitos y forjábamos muchas amistades y todos conformábamos una gran familia no importaba el lugar de procedencia, ni qué futuro aspirábamos, los ‘cráneos’, que por lo general eran los becarios, se caracterizaban por sus habilidades intelectuales, me sorprendía su capacidad memorística, la facilidad con que aprendían los nuevos temas, las poesías, los teoremas, las fórmulas y así, sin mucho esfuerzo obtenían excelentes y ansiados calificativos. 

De pie: Marcial Ruíz Dávila, Carlos Vásquez (Auxiliar Educ.), Dámaso Medina Salazar 
En cuclillas: Juan Paredes Azañero y Alberto Becerra Barrenechea, en un apacible domingo 

El cuidado de los internos estaba a cargo de los Auxiliares de Educación, su servicio estaba distribuido por turnos semanales, ellos eran los encargados de velar por el cumplimiento del “Reglamento” todo al ritmo de una campana la “preventiva” nos avisaba la proximidad de alguna actividad y la “ejecutiva” disponía su cumplimiento, por ejemplo: un día en el internado empezaba tocando la preventiva para levantarse a las 05:45 a.m. desde esta hora los madrugadores ya empezaban su aseo corporal, se ponían su uniforme color beis tipo comando con corbata, insignia, galones y rombo rojos, se lustraban los zapatos, etc. y la ejecutiva tocaban a las 06.00 a.m. allí se consolidaba el aseo, el arreglo de la vestimenta de todos los alumnos y se terminaban las tareas inconclusas, a las 07:15 a.m. tocaban la preventiva para tomar el desayuno, alistábamos los cuadernos y libros según nuestro horario de clases, nuestra servilleta y cuchara, en el dormitorio. 
 De pie: Carlos Sánchez Espinoza, César Figueroa Lezama y Juan Paredes Azañero. Sentados: Carlos Agüero Torres y Alejandro Saldaña Marín, detrás de ellos: Eligio Abanto Quiroz (En un día laborable esperando la orden para pasar al comedor) 

A las 07:30 a.m. tocaban la ejecutiva, del dormitorio salíamos al hall para formar, allí nos revisaban que el uniforme esté correcto y completo, los zapatos bien lustrados y pasábamos al comedor, en columna de a uno, en cada mesa nos sentábamos quince alumnos, en la cabecera el Jefe de mesa que era un alumno de año superior y siete alumnos en cada costado, esta era la distribución habitual para tomar los alimentos, terminado el desayuno, pasábamos al dormitorio para asearnos los dientes, cogíamos los útiles escolares y salíamos al "Patio de Honor" para esperar la hora formación e ingresar a nuestras aulas.

Alberto Becerra Barrenechea, Marcial Ruíz Dávila y Juan Paredes Azañero (Delante del hall de formación) 
Al terminar la jornada escolar de las mañanas, formábamos con nuestros compañeros de sección en el "Patio de Honor" para escuchar alguna indicación, y cerca del primer portón salíamos con dirección al internado e ingresábamos al dormitorio que era un ambiente inmenso con tres filas de camas, todas cubiertas con colchas blancas y limpias, la mayoría hacíamos las tareas de los cursos de la tarde o estudiábamos para rendir algún examen, a las 12:15 p.m. tocaban la preventiva para el almuerzo, alistábamos nuestro cubierto con una servilleta, a las 12:30 p.m. tocaban la ejecutiva, salíamos a formar en el hall y pasábamos al comedor de acuerdo al día que estábamos ya sabíamos que alimentos que nos iban a servir, según el menú semanal que todavía lo recuerdo con añoranza, al terminar el almuerzo pasábamos al dormitorio a reposar hasta la 01:30 p.m. que tocaban la preventiva para asearse, arreglar útiles y salir del dormitorio y a la 01.45 p.m. tocaban la ejecutiva para salir e irnos al patio general y esperar la formación de las 02:00 p.m. para ingresar a las aulas. 

 
Patio de Honor del Glorioso Colegio "San Ramón" de Cajamarca 

A la salida, 05:00 p.m. formábamos nuevamente en nuestra sección y marchábamos por el perímetro del "Patio de Honor", con paso marcial, al ritmo de la Banda del Colegio, si la marcha no salía buena dábamos otra vuelta con más esmero y salíamos cerca del primero portón rumbo al internado, ya en el dormitorio nos cambiábamos el uniforme, podíamos descansar, hacer tareas o estudiar, algunos salían a jugar fútbol en el patio que ahora es el coliseo cerrado a las 06:45 tocaban la preventiva para la cena, se suspendía toda actividad y alistábamos nuestro cubierto y servilleta, a las 07:00 p.m. tocaban la ejecutiva para formar en el hall y pasar al comedor, también sabíamos lo que nos iban a servir, terminada la cena pasábamos al dormitorio a descansar.
Marcial Ruiz Dávila, Alberto Becerra Barrenechea y Juan Paredes Azañero en el Jardín del Internado 

A las, 07:30 p.m. tocaban la preventiva para pasar al comedor, que en las noches se transformaba en sala de estudio, alistábamos nuestros cuadernos y libros y demás útiles para hacer las tareas del día siguiente, a las 07:45 p.m. que tocaban la ejecutiva todos los alumnos debíamos estar en el comedor, se apagaban las luces del dormitorio, allí nos ubicábamos en la mesa que queríamos, generalmente entre compañeros de sección para hacer la tarea del mismo curso o estudiar para rendir el examen al siguiente día, haciéndonos preguntas que posiblemente iban a venir en la prueba.
Los sábados, domingos y feriados las actividades eran diferentes, los que no estábamos castigados podíamos salir todo el día, inclusive sin retornar a tomar los alimentos, por lo general íbamos a la piscina de Baños del Inca, allí, en ese tiempo no había ‘turnos’, es decir, no había horario de entrada ni de salida como ahora, nos retirábamos cerca del medio día, cansados, con pies y manos arrugados y blanquecinos por haber estado mucho tiempo en el agua, había trampolín y nos aventurábamos en tirarnos llegando hasta el fondo tocando el piso, para sacar una moneda.
           
Otras veces nos íbamos de paseo campestre por ejemplo a la laguna de Chamis o a un fundo de algún amigo que nos invitaba, algunas veces nos invitaban al Colegio Indo Americano a practicar alguna actividad deportiva o disfrutar de los números de alguna actuación, o recrearnos en algún baile que realizaban, recuerdo la jovialidad, gentileza y amabilidad de la Directora de este plantel la Srta, María Octavila Sánchez (QDDG) que nos albergaba en sus ambientes casi todo el día, en otras oportunidades, íbamos a casa de un amigo que nos invitaba para sus cumpleaños o de sus primas o hermanas, o nos invitaba algún familiar o paisanos que vivían aquí, lo pasábamos jugando casino, damas o ajedrez y saborear un suculento almuerzo a la usanza de nuestro pueblo natal, y de sobremesa contábamos algún chiste o concurso de refranes o conversábamos con algún paisano que estaba de visita; por las noches íbamos al cine, generalmente a “balcón” cuya entrada estaba más cómoda, pero si estábamos con amigas le entrada necesariamente tenía que ser a “platea”.
Felizmmer Pérez Cotrina y Juan Paredes Azañero, en un jardín exterior del Colegio "San Ramón" 


Cuando estábamos castigados, los sábados, domingos o feriados lo pasábamos muy diferente, sin salida del plantel, podíamos estar en el comedor haciendo las tareas escuchando la canción que se propalaba en casi todas las emisoras: “En un bote de vela, / a la mar me tiro, / que me lleve el viento / muy lejos contigo…”, o salir a los campos deportivos, pero de ningún modo a la calle, ni para cortarse el pelo.
Mario Céceres Machicao y Juan Paredes Azañero, detrás de ellos la cancha de fulbito, donde se construyó el coliseo cerrado "César Narváez Alva". 

Así, rutinariamente se pasaba la vida en el internado, alejados de nuestro pueblo, de nuestra familia, de los amigos y de los paisanos que nos estimaban, porque en ese tiempo los colegios de secundaria solamente funcionaban en las capitales de provincia, y hoy que el tiempo se ha estancado en mi recuerdo los veo a todos mis compañeros de clase, del internado, a nuestros Profesores que nos brindaron sus sabias enseñanzas, a nuestros Auxiliares de Educación que semana a semana vivían con nosotros, al personal de servicio que laboraban en el internado, todos ellos nos brindaban cotidianamente sus atenciones, su amistad y su cariño, muchos ya han partido al Reino del Señor, a ellos también los llevo en mi recuerdo junto a mis seres queridos que también han ido. 

Ascope, La Libertad, 29 de Agosto del 2009 
Juan C. Paredes Azañero



* El año 1961 estuve interno en La Pensión “El Estudiante” del recordado Prof. Norberto Barboza Miller (QDDG). 



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